Quevedo vs Góngora. La poesía barroca. Conceptismo y Culteranismo.

Se cuenta que Don Luis de Góngora y Don Francisco de Quevedo, dos de los grandes poetas del Siglo de Oro y mayores representantes de dos diferentes tendencias literarias (Culteranismo y Conceptismo), eran acérrimos enemigos.

Biografía de Francisco de Quevedo y de Luis de Góngora

Sus enfrentamientos literarios son una divertida muestra de su arte y de su gran talento. También a la hora de insultar.

Por lo visto así reaccionaba Quevedo al oírse comparado con Góngora:

(De la novela El Capitán Alatriste de A. Pérez Reverte)

[…]-No queda sino batirnos -dijo Don Francisco de Quevedo.
La mesa estaba llena de botellas vacías, y cada vez que a Don Francisco se le iba la mano con el vino de San Martín de Valdeiglesias -lo que ocurría con frecuencia, se empeñaba en tirar de espada y batirse con Cristo. Era un poeta cojitranco y valentón, putañero, corto de vista, caballero de Santiago, tan rápido de ingenio y lengua como de espada, famoso en la Corte por sus buenos versos y su mala leche. Eso le costaba, por temporadas, andar de destierro en destierro y de prisión en prisión; porque si bien es cierto que el buen Rey Felipe Cuarto, nuestro señor, y su valido el conde de Olivares apreciaban como todo Madrid sus certeros versos, lo que ya no les gustaba tanto era protagonizarlos. Así que de vez en cuando, tras la aparición de algún soneto o quintilla anónimos donde todo el mundo reconocía la mano del poeta, los alguaciles y corchetes del corregidor se dejaban caer por la taberna, o por su domicilio, o por los mentideros que frecuentaba, para invitarlo respetuosamente a acompañarlos, dejándolo fuera de la circulación por unos días o unos meses. Como era testarudo, orgulloso, y no escarmentaba nunca, estas peripecias eran frecuentes y le agriaban el carácter. Resultaba, sin embargo, excelente compañero de mesa y buen amigo para sus amigos, entre los que se contaba el capitán Alatriste. […]

[…]No queda sino batirnos -insistió el poeta.
Estaba, como dije, visiblemente iluminado por medio azumbre de Valdeiglesias. Se había puesto en pie, derribando un taburete, y con la mano en el pomo de la espada lanzaba rayos con la mirada a los ocupantes de una mesa vecina, un par de forasteros cuyas largas herreruzas y capas estaban colgadas en la pared, y que acababan de felicitar al poeta por unos versos que en realidad pertenecían a Luis de Góngora, su más odiado adversario en la república de las Letras, a quien acusaba de todo: de sodomita, perro y judío. Había sido un error de buena fe, o al menos eso parecía; pero Don Francisco no estaba dispuesto a pasarlo por alto:

Yo te untaré mis versos con tocino
porque no me los muerdas, Gongorilla…

Empezó a improvisar allí mismo, incierto el equilibrio, sin soltar la empuñadura de la espada, mientras los forasteros intentaban disculparse, y el capitán y los otros contertulios sujetaban a Don Francisco para impedirle que desenvainara la blanca y fuese a por los dos fulanos.
-Es una afrenta, pardiez -decía el poeta, intentando desasir la diestra que le sujetaban los amigos, mientras se ajustaba con la mano libre los anteojos torcidos en la nariz-. Un palmo de acero pondrá las cosas en su, hip, sitio.
-Mucho acero es para derrocharlo tan de mañana, Don Francisco-mediaba Diego Alatriste, con buen criterio.
-Poco me parece a mí -sin quitar ojo a los otros, el poeta se enderezaba el mostacho con expresión feroz-. Así que seamos generosos: un palmo para cada uno de estos hijosdalgo, que son hijos de algo, sin duda; pero con dudas, hidalgos.
Aquello eran palabras mayores, así que los forasteros hacían ademán de requerir sus espadas y salir afuera; y el capitán y los otros amigos, impotentes para evitar la querella, les pedían comprensión para el estado alcohólico del poeta y que desembarazaran el campo, que no había gloria en batirse con un hombre ebrio, ni desdoro en retirarse con prudencia por evitar males mayores.[…]

Vamos ahora a ver sus retratos. ¿Cómo son fisicamente? ¿Cómo os imagináis que era su personalidad?

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es e18b2-gongora-quevedo.jpg

Vamos a leer  este poema de Don Francisco de Quevedo:Shortcode

A un hombre de gran nariz

Érase un hombre a una nariz pegado,
Érase una nariz superlativa,
Érase una alquitara medio viva,
Érase un peje espada mal barbado;

Era un reloj de sol mal encarado.
Érase un elefante boca arriba,
Érase una nariz sayón y escriba,
Un Ovidio Nasón mal narigado.

Érase el espolón de una galera,
Érase una pirámide de Egito,
Los doce tribus de narices era;

Érase un naricísimo infinito,
Frisón archinariz, caratulera,
Sabañón garrafal morado y frito.

Y ahora le toca a Don Luis de Góngora, hablando de su «amigo» Quevedo:

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es SONETO+DE+G%C3%93NGORA+A+DON+FRANCISCO+DE+QUEVEDO.jpg

A FRANCISCO DE QUEVEDO – Poemas de Luis de Góngora

Y también…«Hoy hacen amistad nuevamás por Baco que por Febodon Francisco de Que-Bebodon Félix Lope de Beba.» (Luis de Góngora y Argote, acusando a sus rivales de bebedores.)  

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es el-barroco-26-728.jpg

Os dejo también un esquema y un enlace que os van a ayudar a estudiar las diferencias entre conceptismo y culteranismo:

http://roble.pntic.mec.es/msanto1/lengua/1barroco.htm

Quevedo vs Góngora. La poesía barroca. Conceptismo y Culteranismo.

Se cuenta que Don Luis de Góngora y Don Francisco de Quevedo, dos de los grandes poetas del Siglo de Oro y mayores representantes de dos diferentes tendencias literarias (Culteranismo y Conceptismo), eran acérrimos enemigos.

Biografía de Francisco de Quevedo y de Luis de Góngora

Sus enfrentamientos literarios son una divertida muestra de su arte y de su gran talento. También a la hora de insultar.

Por lo visto así reaccionaba Quevedo al oírse comparado con Góngora:

(De la novela El Capitán Alatriste de A. Pérez Reverte)

[…]-No queda sino batirnos -dijo Don Francisco de Quevedo.
La mesa estaba llena de botellas vacías, y cada vez que a Don Francisco se le iba la mano con el vino de San Martín de Valdeiglesias -lo que ocurría con frecuencia, se empeñaba en tirar de espada y batirse con Cristo. Era un poeta cojitranco y valentón, putañero, corto de vista, caballero de Santiago, tan rápido de ingenio y lengua como de espada, famoso en la Corte por sus buenos versos y su mala leche. Eso le costaba, por temporadas, andar de destierro en destierro y de prisión en prisión; porque si bien es cierto que el buen Rey Felipe Cuarto, nuestro señor, y su valido el conde de Olivares apreciaban como todo Madrid sus certeros versos, lo que ya no les gustaba tanto era protagonizarlos. Así que de vez en cuando, tras la aparición de algún soneto o quintilla anónimos donde todo el mundo reconocía la mano del poeta, los alguaciles y corchetes del corregidor se dejaban caer por la taberna, o por su domicilio, o por los mentideros que frecuentaba, para invitarlo respetuosamente a acompañarlos, dejándolo fuera de la circulación por unos días o unos meses. Como era testarudo, orgulloso, y no escarmentaba nunca, estas peripecias eran frecuentes y le agriaban el carácter. Resultaba, sin embargo, excelente compañero de mesa y buen amigo para sus amigos, entre los que se contaba el capitán Alatriste. […]

[…]No queda sino batirnos -insistió el poeta.
Estaba, como dije, visiblemente iluminado por medio azumbre de Valdeiglesias. Se había puesto en pie, derribando un taburete, y con la mano en el pomo de la espada lanzaba rayos con la mirada a los ocupantes de una mesa vecina, un par de forasteros cuyas largas herreruzas y capas estaban colgadas en la pared, y que acababan de felicitar al poeta por unos versos que en realidad pertenecían a Luis de Góngora, su más odiado adversario en la república de las Letras, a quien acusaba de todo: de sodomita, perro y judío. Había sido un error de buena fe, o al menos eso parecía; pero Don Francisco no estaba dispuesto a pasarlo por alto:

Yo te untaré mis versos con tocino
porque no me los muerdas, Gongorilla…

Empezó a improvisar allí mismo, incierto el equilibrio, sin soltar la empuñadura de la espada, mientras los forasteros intentaban disculparse, y el capitán y los otros contertulios sujetaban a Don Francisco para impedirle que desenvainara la blanca y fuese a por los dos fulanos.
-Es una afrenta, pardiez -decía el poeta, intentando desasir la diestra que le sujetaban los amigos, mientras se ajustaba con la mano libre los anteojos torcidos en la nariz-. Un palmo de acero pondrá las cosas en su, hip, sitio.
-Mucho acero es para derrocharlo tan de mañana, Don Francisco-mediaba Diego Alatriste, con buen criterio.
-Poco me parece a mí -sin quitar ojo a los otros, el poeta se enderezaba el mostacho con expresión feroz-. Así que seamos generosos: un palmo para cada uno de estos hijosdalgo, que son hijos de algo, sin duda; pero con dudas, hidalgos.
Aquello eran palabras mayores, así que los forasteros hacían ademán de requerir sus espadas y salir afuera; y el capitán y los otros amigos, impotentes para evitar la querella, les pedían comprensión para el estado alcohólico del poeta y que desembarazaran el campo, que no había gloria en batirse con un hombre ebrio, ni desdoro en retirarse con prudencia por evitar males mayores.[…]

Vamos ahora a ver sus retratos. ¿Cómo son fisicamente? ¿Cómo os imagináis que era su personalidad?

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es e18b2-gongora-quevedo.jpg

Vamos a leer  este poema de Don Francisco de Quevedo:Shortcode

A un hombre de gran nariz

Érase un hombre a una nariz pegado,
Érase una nariz superlativa,
Érase una alquitara medio viva,
Érase un peje espada mal barbado;

Era un reloj de sol mal encarado.
Érase un elefante boca arriba,
Érase una nariz sayón y escriba,
Un Ovidio Nasón mal narigado.

Érase el espolón de una galera,
Érase una pirámide de Egito,
Los doce tribus de narices era;

Érase un naricísimo infinito,
Frisón archinariz, caratulera,
Sabañón garrafal morado y frito.

Y ahora le toca a Don Luis de Góngora, hablando de su «amigo» Quevedo:

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es SONETO+DE+G%C3%93NGORA+A+DON+FRANCISCO+DE+QUEVEDO.jpg

A FRANCISCO DE QUEVEDO – Poemas de Luis de Góngora

Y también…«Hoy hacen amistad nuevamás por Baco que por Febodon Francisco de Que-Bebodon Félix Lope de Beba.» (Luis de Góngora y Argote, acusando a sus rivales de bebedores.)  

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es el-barroco-26-728.jpg

Os dejo también un enlace y una infografía que os van a ayudar a estudiar las diferencias entre conceptismo y culteranismo:

http://roble.pntic.mec.es/msanto1/lengua/1barroco.htm

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es image.jpg

Es hielo abrasador, es fuego helado…el amor en la poesía barroca

Os propongo la lectura de estas tres poesías del Siglo de Oro español:

Además, os invito a reflexionar sobre el amor a partir de este estupendo cortometraje, El columpio.

Como siempre, os aconsejo que os apuntéis las palabras clave y las ideas principales.

Para terminar, un par de preguntas sobre los materiales de esta entrada:

1) ¿Cómo se describe el amor en los tres sonetos? ¿Cuáles son sus características principales?

2) ¿Cuáles son los adjetivos que en tu opinión mejor describen el sentimiento de amor?

3) ¿Qué es el amor para ti? Intenta definirlo con una frase o, si te atreves, con una poesía.

Para ayudaros, os invito a escuchar esta canción de un gran cantautor italiano, Vinicio Capossela, a ver qué os parece:

Y ya que estoy, os pongo otro tema, bastante provocador, del español Tonino Carotone

Quevedo vs Góngora. La poesía barroca. Conceptismo y Culteranismo.

Se cuenta que Don Luis de Góngora y Don Francisco de Quevedo, dos de los grandes poetas del Siglo de Oro y mayores representantes de dos diferentes tendencias literarias (Culteranismo y Conceptismo), eran acérrimos enemigos.

Biografía de Francisco de Quevedo y de Luis de Góngora

Sus enfrentamientos literarios son una divertida muestra de su arte y de su gran talento. También a la hora de insultar.

Por lo visto así reaccionaba Quevedo al oírse comparado con Góngora:

(De la novela El Capitán Alatriste de A. Pérez Reverte)

[…]-No queda sino batirnos -dijo Don Francisco de Quevedo.
La mesa estaba llena de botellas vacías, y cada vez que a Don Francisco se le iba la mano con el vino de San Martín de Valdeiglesias -lo que ocurría con frecuencia, se empeñaba en tirar de espada y batirse con Cristo. Era un poeta cojitranco y valentón, putañero, corto de vista, caballero de Santiago, tan rápido de ingenio y lengua como de espada, famoso en la Corte por sus buenos versos y su mala leche. Eso le costaba, por temporadas, andar de destierro en destierro y de prisión en prisión; porque si bien es cierto que el buen Rey Felipe Cuarto, nuestro señor, y su valido el conde de Olivares apreciaban como todo Madrid sus certeros versos, lo que ya no les gustaba tanto era protagonizarlos. Así que de vez en cuando, tras la aparición de algún soneto o quintilla anónimos donde todo el mundo reconocía la mano del poeta, los alguaciles y corchetes del corregidor se dejaban caer por la taberna, o por su domicilio, o por los mentideros que frecuentaba, para invitarlo respetuosamente a acompañarlos, dejándolo fuera de la circulación por unos días o unos meses. Como era testarudo, orgulloso, y no escarmentaba nunca, estas peripecias eran frecuentes y le agriaban el carácter. Resultaba, sin embargo, excelente compañero de mesa y buen amigo para sus amigos, entre los que se contaba el capitán Alatriste. […]

[…]No queda sino batirnos -insistió el poeta.
Estaba, como dije, visiblemente iluminado por medio azumbre de Valdeiglesias. Se había puesto en pie, derribando un taburete, y con la mano en el pomo de la espada lanzaba rayos con la mirada a los ocupantes de una mesa vecina, un par de forasteros cuyas largas herreruzas y capas estaban colgadas en la pared, y que acababan de felicitar al poeta por unos versos que en realidad pertenecían a Luis de Góngora, su más odiado adversario en la república de las Letras, a quien acusaba de todo: de sodomita, perro y judío. Había sido un error de buena fe, o al menos eso parecía; pero Don Francisco no estaba dispuesto a pasarlo por alto:

Yo te untaré mis versos con tocino
porque no me los muerdas, Gongorilla…

Empezó a improvisar allí mismo, incierto el equilibrio, sin soltar la empuñadura de la espada, mientras los forasteros intentaban disculparse, y el capitán y los otros contertulios sujetaban a Don Francisco para impedirle que desenvainara la blanca y fuese a por los dos fulanos.
-Es una afrenta, pardiez -decía el poeta, intentando desasir la diestra que le sujetaban los amigos, mientras se ajustaba con la mano libre los anteojos torcidos en la nariz-. Un palmo de acero pondrá las cosas en su, hip, sitio.
-Mucho acero es para derrocharlo tan de mañana, Don Francisco-mediaba Diego Alatriste, con buen criterio.
-Poco me parece a mí -sin quitar ojo a los otros, el poeta se enderezaba el mostacho con expresión feroz-. Así que seamos generosos: un palmo para cada uno de estos hijosdalgo, que son hijos de algo, sin duda; pero con dudas, hidalgos.
Aquello eran palabras mayores, así que los forasteros hacían ademán de requerir sus espadas y salir afuera; y el capitán y los otros amigos, impotentes para evitar la querella, les pedían comprensión para el estado alcohólico del poeta y que desembarazaran el campo, que no había gloria en batirse con un hombre ebrio, ni desdoro en retirarse con prudencia por evitar males mayores.[…]

Vamos ahora a ver sus retratos. ¿Cómo son fisicamente? ¿Cómo os imagináis que era su personalidad?

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es e18b2-gongora-quevedo.jpg

Vamos a leer  este poema de Don Francisco de Quevedo:Shortcode

A un hombre de gran nariz

Érase un hombre a una nariz pegado,
Érase una nariz superlativa,
Érase una alquitara medio viva,
Érase un peje espada mal barbado;

Era un reloj de sol mal encarado.
Érase un elefante boca arriba,
Érase una nariz sayón y escriba,
Un Ovidio Nasón mal narigado.

Érase el espolón de una galera,
Érase una pirámide de Egito,
Los doce tribus de narices era;

Érase un naricísimo infinito,
Frisón archinariz, caratulera,
Sabañón garrafal morado y frito.

Y ahora le toca a Don Luis de Góngora, hablando de su «amigo» Quevedo:

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es SONETO+DE+G%C3%93NGORA+A+DON+FRANCISCO+DE+QUEVEDO.jpg

A FRANCISCO DE QUEVEDO – Poemas de Luis de Góngora

Y también…«Hoy hacen amistad nuevamás por Baco que por Febodon Francisco de Que-Bebodon Félix Lope de Beba.» (Luis de Góngora y Argote, acusando a sus rivales de bebedores.)  

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es el-barroco-26-728.jpg

Os dejo también un enlace y una infografía que os van a ayudar a estudiar las diferencias entre conceptismo y culteranismo:

http://roble.pntic.mec.es/msanto1/lengua/1barroco.htm

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es image.jpg

Para resumir…



Es hielo abrasador, es fuego helado…el amor en la poesía barroca

Os propongo la lectura de estas tres poesías del Siglo de Oro español:

Además, os invito a reflexionar sobre el amor a partir de este estupendo cortometraje, El columpio.

Como siempre, os aconsejo que os apuntéis las palabras clave y las ideas principales.

Para terminar, un par de preguntas sobre los materiales de esta entrada:

1) ¿Cómo se describe el amor en los tres sonetos? ¿Cuáles son sus características principales?

2) ¿Cuáles son los adjetivos que en tu opinión mejor describen el sentimiento de amor?

3) ¿Qué es el amor para ti? Intenta definirlo con una frase o, si te atreves, con una poesía.

Para ayudaros, os invito a escuchar esta canción de un gran cantautor italiano, Vinicio Capossela, a ver qué os parece:

Y ya que estoy, os pongo otro tema, bastante provocador, del español Tonino Carotone

La poesía barroca. Conceptismo y Culteranismo. Quevedo vs Góngora.

Se cuenta que Don Luis de Góngora y Don Francisco de Quevedo, dos de los grandes poetas del Siglo de Oro y mayores representantes de dos diferentes tendencias literarias (Culteranismo y Conceptismo), eran acérrimos enemigos.

Biografía de Francisco de Quevedo y de Luis de Góngora

Sus enfrentamientos literarios son una divertida muestra de su arte y de su gran talento. También a la hora de insultar.

Por lo visto así reaccionaba Quevedo al oírse comparado con Góngora (de la película  Alatriste)

De la novela El Capitán Alatriste de A. Pérez Reverte:

[…]-No queda sino batirnos -dijo Don Francisco de Quevedo.
La mesa estaba llena de botellas vacías, y cada vez que a Don Francisco se le iba la mano con el vino de San Martín de Valdeiglesias -lo que ocurría con frecuencia, se empeñaba en tirar de espada y batirse con Cristo. Era un poeta cojitranco y valentón, putañero, corto de vista, caballero de Santiago, tan rápido de ingenio y lengua como de espada, famoso en la Corte por sus buenos versos y su mala leche. Eso le costaba, por temporadas, andar de destierro en destierro y de prisión en prisión; porque si bien es cierto que el buen Rey Felipe Cuarto, nuestro señor, y su valido el conde de Olivares apreciaban como todo Madrid sus certeros versos, lo que ya no les gustaba tanto era protagonizarlos. Así que de vez en cuando, tras la aparición de algún soneto o quintilla anónimos donde todo el mundo reconocía la mano del poeta, los alguaciles y corchetes del corregidor se dejaban caer por la taberna, o por su domicilio, o por los mentideros que frecuentaba, para invitarlo respetuosamente a acompañarlos, dejándolo fuera de la circulación por unos días o unos meses. Como era testarudo, orgulloso, y no escarmentaba nunca, estas peripecias eran frecuentes y le agriaban el carácter. Resultaba, sin embargo, excelente compañero de mesa y buen amigo para sus amigos, entre los que se contaba el capitán Alatriste. […]

[…]No queda sino batirnos -insistió el poeta.
Estaba, como dije, visiblemente iluminado por medio azumbre de Valdeiglesias. Se había puesto en pie, derribando un taburete, y con la mano en el pomo de la espada lanzaba rayos con la mirada a los ocupantes de una mesa vecina, un par de forasteros cuyas largas herreruzas y capas estaban colgadas en la pared, y que acababan de felicitar al poeta por unos versos que en realidad pertenecían a Luis de Góngora, su más odiado adversario en la república de las Letras, a quien acusaba de todo: de sodomita, perro y judío. Había sido un error de buena fe, o al menos eso parecía; pero Don Francisco no estaba dispuesto a pasarlo por alto:

Yo te untaré mis versos con tocino
porque no me los muerdas, Gongorilla…

Empezó a improvisar allí mismo, incierto el equilibrio, sin soltar la empuñadura de la espada, mientras los forasteros intentaban disculparse, y el capitán y los otros contertulios sujetaban a Don Francisco para impedirle que desenvainara la blanca y fuese a por los dos fulanos.
-Es una afrenta, pardiez -decía el poeta, intentando desasir la diestra que le sujetaban los amigos, mientras se ajustaba con la mano libre los anteojos torcidos en la nariz-. Un palmo de acero pondrá las cosas en su, hip, sitio.
-Mucho acero es para derrocharlo tan de mañana, Don Francisco-mediaba Diego Alatriste, con buen criterio.
-Poco me parece a mí -sin quitar ojo a los otros, el poeta se enderezaba el mostacho con expresión feroz-. Así que seamos generosos: un palmo para cada uno de estos hijosdalgo, que son hijos de algo, sin duda; pero con dudas, hidalgos.
Aquello eran palabras mayores, así que los forasteros hacían ademán de requerir sus espadas y salir afuera; y el capitán y los otros amigos, impotentes para evitar la querella, les pedían comprensión para el estado alcohólico del poeta y que desembarazaran el campo, que no había gloria en batirse con un hombre ebrio, ni desdoro en retirarse con prudencia por evitar males mayores.[…]

Vamos ahora a ver sus retratos. ¿Cómo son fisicamente? ¿Cómo os imagináis que era su personalidad?

Vamos a leer  este poema de Don Francisco de Quevedo:

ÉRASE UN HOMBRE A UNA NARIZ PEGADO

SONETO

Érase un hombre a una nariz pegado,

érase una nariz superlativa,

érase una alquitara medio viva,

érase un peje espada mal barbado;

 
era un reloj de sol mal encarado.
érase un elefante boca arriba,
érase una nariz sayón y escriba,
un Ovidio Nasón mal narigado.
 
Érase el espolón de una galera,
érase una pirámide de Egito,
los doce tribus de narices era; 
 
érase un naricísimo infinito,
frisón archinariz, caratulera,
sabañón garrafal, morado y frito.

Y ahora le toca a Don Luis de Góngora, hablando de su «amigo» Quevedo:

Anacreonte español, no hay quien os tope,
Que no diga con mucha cortesía,
Que ya que vuestros pies son de elegía,
Que vuestras suavidades son de arrope.
¿No imitaréis al terenciano Lope,
Que al de Belerofonte cada día
Sobre zuecos de cómica poesía
Se calza espuelas, y le da un galope?
Con cuidado especial vuestros antojos
Dicen que quieren traducir al griego,
No habiéndolo mirado vuestros ojos.
Prestádselos un rato a mi ojo ciego,
Porque a luz saque ciertos versos flojos,
Y entenderéis cualquier gregüesco luego.

Y también…

«Hoy hacen amistad nueva
más por Baco que por Febo
don Francisco de Que-Bebo
don Félix Lope de Beba.»
(Luis de Góngora y Argote, acusando a sus rivales de bebedores.)

Os dejo también un enlace y una infografía que os van a auydar a estudiar las diferencias entre conceptismo y culteranismo:

http://roble.pntic.mec.es/msanto1/lengua/1barroco.htm

Es hielo abrasador, es fuego helado…el amor en la poesía barroca

Os propongo la lectura de estas tres poesías del Siglo de Oro español:

Esto es amor, quien lo probó lo sabe. (Lope de Vega)

Es hielo abrasador, es fuego helado (Francisco de Quevedo)

es hielo abrasador

Mientras por competir por tu cabello (Luis de Góngora)

Además, os invito a reflexionar sobre el amor a partir de este estupendo cortometraje, El columpio.

Como siempre, os aconsejo que, mientras lo veis, apuntéis las palabras clave y las ideas principales.

Para terminar, un par de preguntas sobre los materiales de esta entrada:

1) ¿Cómo se describe el amor en los dos primeros sonetos? ¿Cuáles son sus características principales?

2) ¿Cuáles son los adjetivos que en tu opinión mejor describen el sentimiento de amor?

3) ¿Qué es el amor para ti? Intenta definirlo con una frase o, si te atreves, con una poesía.

Para ayudaros, os invito a escuchar esta canción de un gran cantautor italiano, Vinicio Capossela, a ver qué os parece:

Y ya que estoy, os pongo otro tema, bastante provocador, del español Tonino Carotone

Es hielo abrasador, es fuego helado…el amor en la poesía barroca

 

Para repasar el Barroco en España, os dejo este Prezi:

Os propongo la lectura de estas tres poesías del Siglo de Oro español:

Esto es amor, quien lo probó lo sabe. (Lope de Vega)

Es hielo abrasador, es fuego helado (Francisco de Quevedo)

es hielo abrasador

Mientras por competir por tu cabello (Luis de Góngora)

Además, os invito a reflexionar sobre el amor a partir de este estupendo cortometraje, El columpio.

Como siempre, os aconsejo que, mientras lo veis, apuntéis las palabras clave y las ideas principales.

Para terminar, un par de preguntas sobre los materiales de esta entrada:

1) ¿Cómo se describe el amor en los dos sonetos? ¿Cuáles son sus características principales?

2) ¿Cuáles son los adjetivos que en tu opinión mejor describen el sentimiento de amor?

3) ¿Qué es el amor para ti? Intenta definirlo con una frase o, si te atreves, con una poesía.

Para ayudaros, os invito a escuchar esta canción de un gran cantautor italiano, Vinicio Capossela, a ver qué os parece:

Y ya que estoy, os pongo otro tema, bastante provocador, del español Tonino Carotone

La poesía barroca. Conceptismo y Culteranismo. Quevedo vs Góngora.

Se cuenta que Don Luis de Góngora y Don Francisco de Quevedo, dos de los grandes poetas del Siglo de Oro y mayores representantes de dos diferentes tendencias literarias (Culteranismo y Conceptismo), eran acérrimos enemigos.

Biografía de Francisco de Quevedo y de Luis de Góngora

Sus enfrentamientos literarios son una divertida muestra de su arte y de su gran talento. También a la hora de insultar.

Por lo visto así reaccionaba Quevedo al oírse comparado con Góngora (de la película  Alatriste)

De la novela El Capitán Alatriste de A. Pérez Reverte:

[…]-No queda sino batirnos -dijo Don Francisco de Quevedo.
La mesa estaba llena de botellas vacías, y cada vez que a Don Francisco se le iba la mano con el vino de San Martín de Valdeiglesias -lo que ocurría con frecuencia, se empeñaba en tirar de espada y batirse con Cristo. Era un poeta cojitranco y valentón, putañero, corto de vista, caballero de Santiago, tan rápido de ingenio y lengua como de espada, famoso en la Corte por sus buenos versos y su mala leche. Eso le costaba, por temporadas, andar de destierro en destierro y de prisión en prisión; porque si bien es cierto que el buen Rey Felipe Cuarto, nuestro señor, y su valido el conde de Olivares apreciaban como todo Madrid sus certeros versos, lo que ya no les gustaba tanto era protagonizarlos. Así que de vez en cuando, tras la aparición de algún soneto o quintilla anónimos donde todo el mundo reconocía la mano del poeta, los alguaciles y corchetes del corregidor se dejaban caer por la taberna, o por su domicilio, o por los mentideros que frecuentaba, para invitarlo respetuosamente a acompañarlos, dejándolo fuera de la circulación por unos días o unos meses. Como era testarudo, orgulloso, y no escarmentaba nunca, estas peripecias eran frecuentes y le agriaban el carácter. Resultaba, sin embargo, excelente compañero de mesa y buen amigo para sus amigos, entre los que se contaba el capitán Alatriste. […]

[…]No queda sino batirnos -insistió el poeta.
Estaba, como dije, visiblemente iluminado por medio azumbre de Valdeiglesias. Se había puesto en pie, derribando un taburete, y con la mano en el pomo de la espada lanzaba rayos con la mirada a los ocupantes de una mesa vecina, un par de forasteros cuyas largas herreruzas y capas estaban colgadas en la pared, y que acababan de felicitar al poeta por unos versos que en realidad pertenecían a Luis de Góngora, su más odiado adversario en la república de las Letras, a quien acusaba de todo: de sodomita, perro y judío. Había sido un error de buena fe, o al menos eso parecía; pero Don Francisco no estaba dispuesto a pasarlo por alto:

Yo te untaré mis versos con tocino
porque no me los muerdas, Gongorilla…

Empezó a improvisar allí mismo, incierto el equilibrio, sin soltar la empuñadura de la espada, mientras los forasteros intentaban disculparse, y el capitán y los otros contertulios sujetaban a Don Francisco para impedirle que desenvainara la blanca y fuese a por los dos fulanos.
-Es una afrenta, pardiez -decía el poeta, intentando desasir la diestra que le sujetaban los amigos, mientras se ajustaba con la mano libre los anteojos torcidos en la nariz-. Un palmo de acero pondrá las cosas en su, hip, sitio.
-Mucho acero es para derrocharlo tan de mañana, Don Francisco-mediaba Diego Alatriste, con buen criterio.
-Poco me parece a mí -sin quitar ojo a los otros, el poeta se enderezaba el mostacho con expresión feroz-. Así que seamos generosos: un palmo para cada uno de estos hijosdalgo, que son hijos de algo, sin duda; pero con dudas, hidalgos.
Aquello eran palabras mayores, así que los forasteros hacían ademán de requerir sus espadas y salir afuera; y el capitán y los otros amigos, impotentes para evitar la querella, les pedían comprensión para el estado alcohólico del poeta y que desembarazaran el campo, que no había gloria en batirse con un hombre ebrio, ni desdoro en retirarse con prudencia por evitar males mayores.[…]

Vamos ahora a ver sus retratos. ¿Cómo son fisicamente? ¿Cómo os imagináis que era su personalidad?

Vamos a leer  este poema de Don Francisco de Quevedo:

ÉRASE UN HOMBRE A UNA NARIZ PEGADO

SONETO

Érase un hombre a una nariz pegado,

érase una nariz superlativa,

érase una alquitara medio viva,

érase un peje espada mal barbado;

 
era un reloj de sol mal encarado.
érase un elefante boca arriba,
érase una nariz sayón y escriba,
un Ovidio Nasón mal narigado.
 
Érase el espolón de una galera,
érase una pirámide de Egito,
los doce tribus de narices era; 
 
érase un naricísimo infinito,
frisón archinariz, caratulera,
sabañón garrafal, morado y frito.

Y ahora le toca a Don Luis de Góngora, hablando de su «amigo» Quevedo:

Anacreonte español, no hay quien os tope,
Que no diga con mucha cortesía,
Que ya que vuestros pies son de elegía,
Que vuestras suavidades son de arrope.
¿No imitaréis al terenciano Lope,
Que al de Belerofonte cada día
Sobre zuecos de cómica poesía
Se calza espuelas, y le da un galope?
Con cuidado especial vuestros antojos
Dicen que quieren traducir al griego,
No habiéndolo mirado vuestros ojos.
Prestádselos un rato a mi ojo ciego,
Porque a luz saque ciertos versos flojos,
Y entenderéis cualquier gregüesco luego.

Y también…

«Hoy hacen amistad nueva
más por Baco que por Febo
don Francisco de Que-Bebo
don Félix Lope de Beba.»
(Luis de Góngora y Argote, acusando a sus rivales de bebedores.)

Os dejo también un enlace y una infografía que os van a auydar a estudiar las diferencias entre conceptismo y culteranismo:

http://roble.pntic.mec.es/msanto1/lengua/1barroco.htm